Sobre Mi
Embriagados de amor y ternura por esta criatura, un año después, la joven tiene noticias inesperadas: otro ser estaba creciendo dentro de su vientre. Un desliz de dos jóvenes que recién empezaban a lidiar con un bebé, empieza a formarse un segundo que no estaba dentro de la planificación.
Así es la vida, no te da lo que quieres sino lo que necesitas para vivir. aquí empieza mi actuación.
el 21 de abril de 1991, hice mi debut en las tablas de la vida. Tuve mi primer choque con la realidad: el trauma de la separación con mi madre. No tenía ni idea de lo que me esperaba, y me aterraba tanto que lloré. El primero de tantos llantos.
Me bautizaron bajo la fe católica, así que me crié con valores y costumbres de esa religión.
En el kinder había un área de niñas y un área de niños para jugar. Ahí empecé a combatir al sistema: me iba a jugar al “área de niñas”. Por supuesto, el regaño de mis maestras no se hacía esperar.
En la escuela primaria y secundaria, logré tener buenas calificaciones, el sistema gritaba de euforia. Al mismo tiempo, comenzó mi cuestionamiento de todo lo que no me parecía “correcto”. Los primeros cuestionamientos fueron hacia mi mamá, con quién convivía. Muchos de esos cuestionamientos fueron sobre el amor y la típica “mi mamá no me quiere”. ¡Vaya drama!. Nuevos llantos humedecen las tablas, seguía sin entender de qué se trataba la vida.
La relación con mi mamá fue bastante bélica. Había una lucha eterna por todo, nada nos satisfacía, y ambos buscábamos comprensión de parte del otro. Mii papá vivía en otra casa, con mi hermano mayor, a donde solía ir para huir de la mía.
Muy pocas veces me quejaba de las cosas que mi mente valoraba como negativas, innecesarias o poco importantes. Guardé silencio por mucho tiempo, pero en mi interior se acumulaba la frustración.
Nació mi hermano menor. Ahora éramos mi mamá, mi hermano menor y yo. Asumí el papel de padre en muchas ocasiones, tratando de “ayudar” a mi hermano en lo que yo creía que debía ser y hacer. Más peleas y desacuerdos, golpes y regaños. Ya no guardaba silencio, ahora gritaba todo lo que quería expresar. Era un ambiente caótico, 3 personas tratando de entenderse pero cada una queriendo, a su vez, imponer sus deseos.
Perdido pero esperanzado, seguí indagando, leyendo, investigando, estudiando y trabajando. Algo debía haber detrás de todo este berenjenal llamado vida.

En mi examen vocacional para estudiar una carrera universitaria, resultó que tenía vocación para la ingeniería y la física, así que empecé a estudiar Ingeniería Eléctrica. Mis notas en las materias científicas eran deprimentes. Las notas en las materias sociales eran altas, pero al ser una carrera científica, no tenían mucho valor. Dos años después, fui retirado de la universidad por no tener el promedio mínimo para permanecer. Sentí un alivio de no seguir con “mi vocación”.
Presenté la prueba para estudiar Derecho en otra Universidad, reprobé. Sin embargo, mis notas de secundaría me abrieron las puertas de la facultad. Durante la carrera, tuve varios trabajos en el área jurídica que no duraron más de un año académico. Me aburría rápido en cada uno de ellos, todo me parecía mecánico o poco enriquecedor.
En el 2017 obtuve un título de abogado en la Universidad número 1 del país. Lo anhelaba con ansías. Después de salir del Aula Magna, empuñando ese papel gigantesco, la sensación de vacío se mantenía. El título me abrió otras puertas jurídicas, más lucrativas y con mayor responsabilidad. A pesar de todo eso no lograba estar feliz. La duda del objetivo de la vida se hacía más grande.
En el 2018 decidí emigrar. Empaqué algunas cosas, compré un boleto one way a Perú y me fui.
En mi cumpleaños 27 llegué a Lima, la ciudad que me albergaría por 4 años. Decidí dejar que la vida me guiara, mirar con ojos más humildes lo que se me iba presentando. Sin títulos, ni pretensiones, sólo mi voluntad de vivir. Perú fue una experiencia enriquecedora, conocí mucho de mi y de otras personas, me permití explorar nuevas experiencias y nuevos retos. Trabajé de vendedor (me costó un montón), de promotor, de transcriptor, de asistente administrativo y, por último, de LOGÍSTICA.
La logística es bastante entretenida, es un trabajo bajo presión de tiempos, calidad de servicio y optimización de recursos, que me mantiene siempre alerta. Le he agarrado bastante cariño a esta ocupación.
Durante este tiempo en Lima, comencé a ESCRIBIR. No sabía sobre qué, solo me dispuse a dejar ideas plasmadas en varios artículos que se me iban ocurriendo. Este proceso me ha gustado bastante, me siento vivo en el teclado de la computadora.
Llegó la pandemia y tuve más tiempo «libre» para leer y escribir. A medida que leía y escribía, notaba que mis ideas preconcebidas chocaban contra las ideas de otras personas y la realidad. En la universidad había aprendido debate, y para poder mantener mis ideas, me dispuse a refutarlas activamente, una a una. Ya no cuestionaba al exterior, ahora me cuestionaba a mi mismo. Es así como muchas de esas ideas fueron desechadas y cambiadas por nuevas ideas, otras fueron re-confirmadas y reforzadas con bases más sólidas.
En mi incesante búsqueda del tesoro, me he encontrado con gente extraordinaria, he pasado momentos dolorosos y terroríficos, he ganado y he perdido, he amado, he perdonado, pero, lo más importante, he aprendido.
Me di cuenta que podía aprender de todo lo que me rodea. Viajé por varias ciudades de Perú, y conocí algo que también me gusta y me llena de vida: FOTOGRAFÍA. Retratar esos momentos para revivirlos nuevamente me hacía feliz.
El último proyecto que inicié en Perú fue ENTRENAMIENTO FUNCIONAL. Estuve entrenando en un gimnasio dedicado a ejercicios funcionales para trabajar cuerpo, mente y espíritu. Era un vicio asistir a estos entrenamientos, me llenaban de mucha energía vital. Me inscribí en una competencia de carrera de obstáculos (OCR MOCHICA), en una categoría abierta, sin clasificatoria a otras competencias.
Por razones laborales, me mudé a México. Estoy en proceso de retomar todos esos proyectos iniciados en Perú: logística, escritura, fotografía, entrenamiento funcional, carrera de obstáculos y felicidad.
Me inspira estar viviendo una nueva experiencia, con nuevos retos y nuevos aprendizajes. Ahora con un poco más de experiencia, me siento en “la temporada de la concreción”. Estoy menos perdido que cuando hice mi debut. Aún no he resuelto de qué se trata la vida pero, mientras tanto, sigo actuando. Quizá se trata de eso.