Si tuviera 30

por | May 27, 2022 | INSIDE OUT

Quiero tener 30, ser coqueta y próspera, quiero tener 30 ser coqueta y próspera.

Jenna Rink, 13 años.

 

13 going 30, o “si tuviera 30” en latinoamérica, es una comedia romántica que se estrenó hace 18 años, justamente cuando yo tenía 13 años. 

La película trata sobre una niña de 13 años, inteligente y menuda, con deseos de ser popular. Obsesionada con las revistas de moda e inspirada por las mujeres exitosas que proyectaban en la revista, desea tener 30 años. Su deseo se vuelve realidad y despierta siendo una hermosa mujer de 30, con un departamento de lujo, un novio sexy, siendo editora de la revista de moda más importante de la ciudad. Su comportamiento infantil conmociona a todos sus compañeros de trabajo, amigos y vecinos. Después de varios dramas, termina desilusionada de quien era y en lo que se había convertido su vida. Desea tener 13 años otra vez para reestructurar su vida y enfocarse en vivir cada momento. 

Durante mi adolescencia, tenía la idea de que las personas de 30 años eran unos ancianos, que ya debían tener su vida resuelta. Me parecía que era un tiempo lejano y suficiente para poder lograr todas las metas que la sociedad exige para participar en el juego del sistema, pero a su vez le tenía miedo a llegar a esa edad y no haber logrado nada de lo que me hubiera propuesto. 30 era el “deadline” para cumplir todos los objetivos de mi vida.

Esta ansiedad es algo muy generalizado en nuestra cultura, hay todo un estigma detrás de cumplir 30 años, como si tuviéramos que hacer un check list de logros, títulos, reconocimientos, posiciones… y en el caso de no marcar ninguna casilla, nos harán caminar desnudos por las calles de King’s Landing, al grito de “shame”. 

La ansiedad se intensificaba cada año a medida en que me acercaba a la fecha, así que me apuré: aprobar todas las materias, trabajar en el interín para “hacer curriculum”, tener relaciones sexuales, acumular la mayor cantidad de información posible… No podía quedar de último en ninguna carrera, ¡QUÉ ESTRÉS!, por supuesto cuando estás en una carrera y actuando para cumplir expectativas, el 80% de las acciones se convierten en frustraciones aseguradas.

En un artículo anterior, hablaba sobre este paradigma sociocultural:

“Este tipo de educación surge a raíz de una narrativa que se ha integrado en la psique de la sociedad desde hace muchos años: «El desarrollo económico y social es el objetivo al que debemos apuntar para ser alguien en la vida. Para ser exitoso debes tener un trabajo estable, que proporcione una suntuosa remuneración económica; debes ser un profesional, pero cuidado, hay profesiones más reconocidas que otras; cantar no es una carrera, jugar a la pelota tampoco; debes rodearte de gente adinerada, encajar en la sociedad, pensar en el futuro, la pensión…”

SISTEMA EDUCATIVO: el pez de arbol | César Urbina (cesarurbina.com)

Esta narrativa ligada con el deadline de los 30 años, me mantuvo en un péndulo durante todos mis 20’s, oscilando entre la ansiedad y la depresión: ansiedad por el inevitable transcurso del tiempo y depresión por no cumplir con los logros impuestos por el sistema.  

Poco antes de cumplir 30 años me encontraba en una encrucijada, con un montón de dudas y pensamientos limitantes por no haber alcanzado los estándares bien definidos pero estandarizados que la sociedad promueve. Ya estaba por cumplirse la fecha límite, y mi “social check list” no iba ni por la mitad, seguía bombardeado de creencias y expectativas sobre lo que debía ser y lograr.

Llegó el frabulloso día, y para mi sorpresa, nada pasó. La tierra no cambió su rotación, las manecillas siguieron girando a la derecha, el sol volvió a salir por el este, no había nadie detrás de mí con un timer marcando el momento exacto de mi fracaso, las personas siguieron viviendo sus vidas de la misma manera. Al día siguiente seguí siendo César, y lo que se proyectaba como el día más catastrófico de mi vida, simplemente fue un día más.

Darme cuenta de que no había fracasado por no cumplir con el sistema, y que todo mi entorno siguió exactamente igual, llegué a un punto de inflexión: comencé a cuestionar toda la información que había acumulado durante 29 años. Empecé a buscar respuestas, a indagar, a literalmente viajar para entender qué significaba la vida.

¿Qué tenía que hacer ahora?, si no se trata de lograr lo que el sistema me ha condicionado a conseguir, ¿de qué va, entonces?

El viaje comenzó en el exterior. Hice varios viajes a diferentes provincias de Perú, que me llenaron de mucha energía vital, pero aún seguía la duda. Viajé a Venezuela, con la esperanza de que al volver a casa pudiera encontrar algo. Nada. Todos estos viajes fueron bellísimos, y los disfruté, pero la duda existencial seguía.

En uno de esos viajes, conocí a un amigo que tenía muchas ideas para generar dinero, y quería que entrara con él en su mundo financiero, era un tema que ya había superado o al menos estaba seguro que por ahí tampoco iba, así que no le presté mucha atención. Como una forma para motivarme, me recomendó varios audiolibros, de los cuales elegí uno. Solo diré que cada palabra que escuchaba era como una confirmación de una verdad que estaba dentro de mí, pero a la vez, parecía algo inédito. 

Esta «revelación» parecerá tonta, porque es tan elemental y tan básica, que mis complicaciones se tornan absurdas, entendí que lo que estaba buscando estaba dentro de mi, que el viaje no era hacia el exterior, ahí encontraría alguna satisfacción, pero no felicidad. El viaje era hacia el interior, hacia mi propio ser, y parece tonto porque siempre estuvo a menos de un paso de mí.

Esta información, inédita pero histórica a la vez, revolucionó mi mundo, hizo que mis 30 se convirtieran en el mejor momento de mi vida hasta ahora, me abrieron la puerta para experimentar el mundo de una manera distinta. No es que encontré la felicidad con esta información, solo tuve la ruta más clara, y las ansiedades y frutraciones del pasado se apaciguaron. Honestamente, nunca estuve tan agradecido por tener una “cierta edad”. 

LA CRISIS DE LOS 30

No es casualidad que los treintañeros comencemos a cuestionar la vida, hemos pasado 3 décadas como unos actores de método, creyéndonos la película, comprometidos con nuestro personaje, identificados con el guión social escrito por el sistema y ansiosos por la fecha de la última pauta. Es impactante verificar que no era necesario aprenderse y seguir el guión, y liberador comprobar que hay más escenas después de los 30.

De hecho la película continúa, pudiera decir que los 30 son, para muchos, la première, pero con actores más conscientes de sí mismos y de su personaje. 

Me di cuenta de que no soy el único en este proceso, resulta que muchas personas de mi generación estuvieron y están en este mismo dilema, por lo que me parece apropiado acuñarle el término de «la crisis de los 30«. ¡En hora buena, amigos!, regocíjense, aprovechemos el momento histórico que nos ha regalado la vida. 

Quise escribir esta declaración después de que pasara el año completo, para comprobar empíricamente que los 30 no me harían ninguno de los daños que temía en mi adolescencia. 

Ahora con 31 puedo decir: comprobado, a seguir viviendo.

AL CESAR DE 13 AÑOS

Si esto pudiera servir de cápsula del tiempo, te diría que te liberes de la ansiedad por cumplir 30, no te enfrasques en comerte al mundo mientras tengas 20, no te apures por lograr metas impuestas, desacelera un poco, mira a tu alrededor, observa esa flor, respira, abraza más, vive el presente, ama. No pasará nada malo a los 30, te los aseguro, no hay fecha límite, no hay timer, no hay jueces…

Solo estás tú, con ansias de vivir, y tu ego, con ansias de satisfacción; es tu decisión a quién le das la pauta para actuar en esta película llamada vida. Recuerda: la película se llama «VIDA», no «SATISFACCIONES».

Y no me creas nada, César, verifícalo con tu propia experiencia. 

4 Comentarios

  1. A. R

    true! La película se llama vida, no satisfacciones… Buen artículo,

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  2. Cc

    En esa película que tú llamas vida, las metas son aquellas las que tú te planteas, pero hasta cierto punto esas son condicionadas por la sociedad y ese el error como tú dices, se pueden tomar alguna de esas metas sociales como medio para tu meta espiritual interna pero siempre entendiendo que son medios y no fin. Cómo por ejemplo la educación verla como una herramienta para afrontar otra cosa más importante la vida.

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    • César Urbina

      Así mismo, hermano. gracias por tu comentario, un fuerte abrazo.

      Responder

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