En la «Impro» los participantes utilizan diferentes recursos para improvisar una historia donde la imaginación, agilidad mental, carisma, seguridad y, lo más importante, aceptación… son claves para crearla.
La premisa más importante de la impro es «ACEPTA LA PROPUESTA«: cualquier situación, información o idea presentada ante la audiencia, debe ser aceptada por todos los actores y trabajar en función a ella.
A pesar de «limitarse» a aceptar la situación presente, los actores tienen una libertad creativa para desarrollar la propuesta como mejor le parezca. Esta libertad les permite crear situaciones, diálogos, escenografía, actitudes y aptitudes… que hacen de la impro una magnífica expresión artística.
Aceptar la propuesta no significa que yo tengo que decir «SÍ» a todo, con una sonrisa de oreja a oreja, como si nada sucediera. Al contrario, significa que debo estar ATENTO a todo y actuar conforme a la situación que me presentan, para poder seguir el hilo de la historia de una forma coherente y divertida.
Estar atento es clave. Atento para aceptar cualquier circunstancia que se me presente. Atento para activar mi ser y desarrollar mi fuente creadora, aprovechar la libertad de actuar ante cualquier evento y responder de manera productiva.
Esta atención me permite disfrutar del proceso creativo y desarrollar una historia orgánica: simple pero con sentido… Con un desarrollo armónico, impoluto; correspondiente con la propuesta y evolucionando conforme a ella.
SENTIR TRISTEZA NO ES SUFRIR
El sufrimiento se manifiesta cuando nos resistimos a una situación. Cuando queremos adaptarla a nuestro deseo egocéntrico: que la situación sea como yo quiero que sea.
Si la propuesta de la impro es una situación de tristeza, yo no voy a forzar una actitud o un estado de alegría, porque eso sería resistirme a la propuesta, rechazarla y forzarme a actuar de una manera no correspondiente.
Veamos la siguiente propuesta: eres un niño de 6 años abandonado en la calle, sin alimento ni vestido.
Desarrollo: ¡Qué seguro me siento en estas calles oscuras y solitarias! El hambre y el frío me dan ganas de bailar y saltar. ¡Qué emoción y dicha la mía! Tal vez deba entrar a esta tienda y comprarme algo de ropa, y luego iré a aquel restaurante y compraré comida para que esta dicha se duplique.
Esto no solo no tiene sentido, correspondencia o gracia… Incluso representa un esfuerzo innecesario y poco auténtico, forzando una actitud que no refleja el verdadero sentir de un niño abandonado, hambriento y desvestido. No significa que el actor no pueda o no deba hacer esto. Lo que digo es que el desarrollo de la historia se ve forzado, incongruente y sin sentido… un auténtico arroz con mango.
Esta resistencia a expresar el sentimiento propuesto conlleva al sufrimiento. A pesar de que aparentemente el actor refleje un estado alegre, por dentro existe un conflicto entre la propuesta y la puesta en escena que el actor no logra integrar.
Pero la impro te ofrece la oportunidad creativa, siempre que aceptes la propuesta. Entonces el actor, ante la propuesta del niño abandonado aprovecha esta oportunidad y dice:
Desarrollo: «(Temblando por el frio, con los ojos desorbitados y llorando) Yo sólo quería ver a ese perro, no entiendo cómo papá se perdió… sólo recuerdo que él tenía mi suéter, me lo quitó para no ensuciarlo… él debe recordar donde estoy, llevo sentado 2 días aquí, no le he aceptado nada a ningún extraño como me dice mi mamá. Papi, llega rápido”
¿Qué hizo este actor? aceptó la propuesta. Entendió el sentimiento de un niño abandonado, lo expresó sin intentar disimularlo, fue correspondiente con la situación. Además activó su capacidad creativa y desarrolló otro escenario con la propuesta de la llegada del papá, que le permitiera a su personaje evolucionar, mateniendo la coherencia con sus capacidades y oportunidades de resolución.
Sentir la tristeza evitó el sufrimiento del actor.
Sentir la tristeza y expresarla tal como es, le permitió conectarse con el momento presente, con la situación actual y poner atención a las oportunidades que podría tener ese niño abandonado. Oportunidades que creó con su libertad creativa, y que aprovechó para darle un giro a su situación actual.
Si entro al escenario con miedos e inseguridades por las propuestas que me vayan a presentar, con expectativas de que se desarrolle una situación específica, con el deseo de desempeñar un papel que agrade a la audiencia, con negación o resistencia para desempeñar algún personaje… sufriré.
Pero si entro sin expectativas, con plena consciencia de que cualquier situación se me presentará, preparado para enfrentar cualquier escenario, con la atención aguda para actuar conforme a cada propuesta, con la libertad para crear otra propuesta correspondiente con la que acabo de aceptar y coherente con la historia a desarrollar… el resultado no puede ser otro que satisfacción.
Así es la vida.
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